Encarna María Toral

Encarna María Toral

Mejorar la autoestima en niños/as y adolescentes 

agosto 23, 2021
La autoestima está relacionada con nuestro bienestar personal, es la valoración que hacemos de nosotros/as mismos/as. Es un estado subjetivo, de forma que la imagen que tenemos de nosotros/as, no tiene por qué corresponder con la manera en que nos ven el resto de personas. Esta se va formando lentamente desde la infancia, por lo que mejorarla requiere constancia en el tiempo.
Amor propio

La mayor parte de la literatura que encontramos sobre autoestima se centra en la edad adulta. Sin embargo, el tratamiento puede ser más efectivo a través de un enfoque preventivo que nos permita trabajar desde la niñez, cuando es posible aprender y fijar habilidades para formarla de una manera más sana.

Lawrence E. Shapiro habla sobre la importancia del desarrollo emocional para tener una sana autoestima, ya que las emociones y ésta, van muy unidas, por lo que es necesario un período de educación sobre las emociones para que los niños/as aprendan a identificar sus estados emocionales. Conociendo cómo nos encontramos, será más fácil poder llevar a cabo alguna solución para dejar de sentirnos de tal manera. Si no nos enseñan a etiquetar la emoción, nos faltará una parte muy importante que conocer y compartir.

Por otro lado, es necesario que exista unidad y comunicación intrafamiliar como puntos cardinales para el desarrollo de una sana autoestima. Un clima cálido dedicando tiempo a las conversaciones con sus hijos/as, atendiendo a sus aficiones y gustos, conociendo cómo se divierten con sus amigos/as desde el inicio de su socialización, ayudarán a desarrollar habilidades de comunicación que fomentarán la confianza y autoestima.

Conocer las opiniones de sus hijos/as acerca de temas diarios, pedirles su opinión respecto a noticias aparecidas en la televisión, periódicos o en la red, discutir sobre ellas de una forma asertiva, etc., fomentará en ellos/as un criterio propio e independiente del nuestro, lo que hará más fácil que el niño/a sea consciente de que por tener opiniones diferentes, no se le desvincula de la familia o se le quiere menos. Esto puede ser muy beneficioso, ya que de esta manera es más fácil que el niño/a extienda su aprendizaje a otros contextos y sienta que no ocurre nada por tener ideas propias o manifestar diferencias respecto a su grupo de amigos. En definitiva, será menos influenciable y le será más fácil decir no ante situaciones de presión de grupo sintiéndose más seguro de sí mismo/a.

Para el desarrollo de estas habilidades de comunicación, será indispensable trabajar la asertividad, que actuará como llave de entrada a una sana autoestima. Es la habilidad que tenemos de autoafirmar nuestros derechos sin dejarnos manipular y sin manipular a los demás. Cuando no somos asertivos/as, normalmente actuamos de forma sumisa, pasiva o agresiva. La asertividad es una habilidad que se puede aprender y debe estar basada en una comunicación afectiva. A continuación, se describen una serie de habilidades que resultan fundamentales y que ayudarán a establecer una comunicación respetuosa y a enseñarle a su hijo/a habilidades asertivas:

  • Hacer peticiones en vez de demandar. Con esto mostramos respeto. “¿Puedes apagar la música cuando estás haciendo los deberes?” Versus ¡Apaga la música cuando estudias!
  • Preguntar antes de acusar: “¿Has recogido la habitación?” Versus, ¡Seguro que no has recogido la habitación! Se diferencia en que no etiquetamos.
  • Si criticamos a una persona, hablar de conductas, no usando el verbo “ser”. De esta forma evitamos etiquetas de nuevo. “No has hecho los deberes, nunca haces lo que se te pide. Eres un desastre”. Versus. Últimamente te estás olvidando de hacer los deberes, ¿por qué crees que te pasa?
  • No acumular emociones negativas sin comunicarlas. Conduce a discusiones interminables, cargadas de hostilidad y de comentarios hirientes que son difíciles de sanar después. Estos comentarios pueden herir profundamente la autoestima del niño/a.
  • No generalizar: “Estás todo el día en tu mundo” versus “Últimamente te noto muy distraído”.
  • Discutir los temas de uno en uno. No hacer reproches que no tengan nada que ver con el tema de discusión, aprovechando que se está discutiendo como si fuera el momento adecuado para manifestar las imperfecciones del otro.
  • Cuidado con el exceso de sinceridad. No plantear todo lo que se nos pase por la cabeza. Los sentimientos son cambiantes y aunque los sintamos no significa que sean reales y se vayan a establecer en nosotros/as para siempre.
  • Congruencia entre nuestra comunicación verbal y no verbal. Decir: “Ya sabes que te perdono” y ni siquiera mirar a los ojos a la otra persona, es peor que no decir nada.
  • Dar premios o refuerzos. Buscar qué es lo que le gusta a nuestro hijo/a para poder premiarle con ello. Recordemos la importancia del refuerzo social y afectivo, no sólo material. Dedicar tiempo a jugar con él/ella puede ser más valioso que regalarle los últimos y más novedosos juegos.
  • Agradecer premios o refuerzos. Mostrar que nos alegramos porque haya hecho algo, aunque sea una de sus obligaciones.</>
  • Expresar sentimientos negativos: “Quiero hablar contigo de este tema porque me ha molestado mucho que te comportaras así en el parque.” Hablar de ello en cuanto se pueda. Si es en el momento justo en el que ha ocurrido, mucho mejor, ya que tanto el niño/a como nosotros/as podemos olvidar exactamente lo que sucedió.
  • Empatizar. Ponerse en el lugar del niño/a. No restar importancia a sus problemas.
  • Intercambiar afecto físico. Abrazar al niño/a, darle un beso, que él/ella pida besos y los abrazos, cogerlo/a en brazos, jugar con él/ella, darle la mano, acariciarle, darle un beso cuando ayude a su hermano pequeño, etc.

Todas estas habilidades de comunicación descritas, ayudarán a desarrollar nuestra propia asertividad y por tanto, los más pequeños/as aprenderán a hacerlo del mismo modo. Esto abrirá una vía de confianza y respeto que ayudará a que su hijo/a, junto con una educación emocional adecuada, crezca en un entorno en el que será más fácil conservar una buena autoestima.

Referencias bibliográficas:

Narbón de la Villa, C. Márquez de Lara, A. (2009). Escuela de padres. Mejorar la autoestima. Editorial Gesfomedia.